miércoles, 20 de diciembre de 2017

Caravana (18) Agosto en Navidad





       - Primero entra por la ventana como un soplo de viento, casi no te das cuenta hasta que te alborota el pelo. Entonces levantas la cabeza del teclado y ves tu reflejo en el cristal, te miras e intentas componer un amago de sonrisa. Coges un lápiz y observas tus dedos rodeándolo, le vas dando vueltas intentando entender cómo ese viento incide en tu interior. Escribes palabras sueltas, claves de acordes aéreos -o eso es lo que crees, quizá sólo lo que pensarás más tarde...-. Desde el sótano suben las notas del bajo de Rick mezcladas con armonías recién inventadas por Garth y con la risa de Dylan. Intentas atraparlo todo: ese aire, la ventana abierta, tu reflejo y lo casual de unos sonidos y una alegría libres de propósito, empastarlos con esa melodía que llevas persiguiendo durante todo el verano... Y entonces el viento cierra de golpe la ventana, y te asusta, y el lápiz cae a tus pies. Cuando levantas de nuevo la cabeza, sabes que todo eso tendrá que ver con una canción que hable de lágrimas... Y compruebas que ya se ha ido.

       Richard me lo cuenta sentado ante el volante de mi caravana, mirando por el parabrisas como si condujera entre la nieve. Cuando voy a preguntarle por esa ausencia, él pone fin a su relato con tres palabras tristes y cortas, una despedida extemporánea que musita mientras enciende un cigarro:

       - Feliz Navidad, Nar.

       Estamos en pleno agosto, y él me sonríe como si supiera que ya no viviremos en Big Pink al acabar el año, porque para entonces el milagro del sótano también habrá terminado.






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